Victor Jerome Glover (30 de abril de 1976) ha tenido una vida con muchos giros: nació en California, pero se crio en Texas. Se graduó en Ingeniería General, pero acabó en la Escuela de Pilotos de Prueba de la Fuerza Aérea de EE. UU. Durante su época como piloto naval, vivió en Japón y su escuadrón se desplegó hasta en tres ocasiones en el Océano Pacífico. En sus ratos libres, estudiaba un Máster en Ingeniería de Sistemas. Su vida volvió a cambiar cuando obtuvo una beca administrativa y fue asignado al Senado; pero esta época más ‘tranquila’ duró poco: en 2013 fue escogido entre miles de personas como astronauta de la NASA . Y, ahora, la agencia espacial estadounidense le ha elegido junto con otros tres compañeros para una misión histórica, Artemis 2. Glover se convertirá en noviembre del año que viene -si todo va según lo planeado- en el primer hombre negro en visitar la Luna -aunque habrá que esperar a Artemis 3 para ver a la humanidad aterrizar de nuevo-, un lugar que no ha visitado el hombre desde 1972. No es la primera vez que Glover viaja al espacio; ya lo hizo en 2020, cuando pasó 139 días en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). Sin embargo, reconoce a ABC horas después de que se hiciera pública su participación en la misión que esta vez se siente muy diferente, algo así como flotando en ingravidez. -¿Qué se siente al ser la próxima persona que va a viajar a la Luna después de 50 años sin que la humanidad haya estado allí? -Me parece irreal. Y creo que seguiré sintiéndome así en los próximos días, meses o incluso años. Porque cuanto más lo pienso, más increíble me parece. Trato de concentrarme justo en esa parte, pensando que este es un gran momento para la humanidad, no solo para las cuatro personas que anunció la NASA y la Agencia Espacial Canadiense que formarán la tripulación. Se trata de un momento histórico: enviar humanos de regreso a la Luna. Es increíble. Y asombroso. Noticia Relacionada estandar Si Andrés Martínez, de la NASA: «Yo no elegiría la Luna para mis vacaciones, pero entiendo que haya quien desee ir» Patricia Biosca El responsable del programa de Pequeños Satélites y Sistemas Avanzados de la agencia espacial estadounidense charla con ABC sobre el presente y futuro de la humanidad en el espacio -A nivel particular, usted también hará historia, porque será el primer hombre negro que participe en una misión lunar. -Siento muchas cosas al respecto. Por un lado es una gran responsabilidad, porque EE.UU. se ha propuesto como prioridad que los afroamericanos estén presentes en la Luna. Mucha gente trabajó muy duro hace muchos años para que hoy este cuerpo de astronautas pueda ser una realidad. También me encanta que este grupo represente no solo a mi país, sino a toda la humanidad. Y espero que las siguientes misiones sigan representando a la gente real que vive en nuestro planeta. -¿Cómo se enteró de que era uno de los elegidos de Artemis 2? -Nuestro jefe, Joe Acabá, nos puso una reunión a los cuatro a la misma hora en el mismo lugar, lo que nos pareció extraño. Por una razón u otra, todos llegamos tarde, incluso hubo quien tuvo que asistir por videoconferencia. Cuando por fin llegamos y vimos que estaba presente también el jefe de nuestro jefe, Norm Knight, nos sentimos fatal. En ese momento, Knight nos preguntó: «¿qué os parecería volar en Artemis 2?». Me quedé de piedra. De hecho, aún estoy así en muchos sentidos, porque es una misión muy importante, empezando por nosotros, la tripulación, pero continuando con NASA, con la CSA, y finalmente para la humanidad. -¿Cuál es el ambiente en el equipo? ¿Cómo definiría al resto de la tripulación? -Reid Wiseman, el comandante, está encantado. Es un tipo muy expresivo y está muy emocionado, pero también entiende la seriedad de la misión y los desafíos a los que vamos a enfrentarnos. Christina Koch es como una balsa de aceite: está muy centrada y tiene las ideas muy claras. Jeremy Hansen también es muy calmado, con un gran sentido de la empatía. Puede que no sea tan expresivo como Reid y como yo, pero se le nota en la cara el entusiasmo por su primer vuelo espacial. Él es el único novato de la misión, y eso le agrega un aspecto totalmente nuevo. Todos estamos eufóricos de pensar que formamos parte de la vuelta de la humanidad a la Luna y del futuro viaje a Marte. -En los últimos años, la NASA está haciendo mucho hincapié en la diversidad. ¿A partir de qué punto piensa que hubo ese cambio de inflexión? -Si tengo que escoger un momento, diría que al comienzo del programa del transbordador espacial. Por aquel entonces, se necesitaba tanto personal que no se podía ser tan selectivo. También era lo correcto. Además, ha influido el clima político, la cultura y las decisiones de nuestros gobiernos. Aunque realmente creo que ha sido algo que ha evolucionado lentamente en el tiempo: desde el primer grupo de astronautas, los ‘Mercury Seven’, que eran esencialmente la misma persona, militar blanco, de 30 años, piloto de pruebas y de habla inglesa; a las actuales tripulaciones de la Estación Espacial Internacional, donde va gente de distintos países que vienen desde diferentes sectores de la ciencia, la ingeniería, la tecnología… Nosotros somos los beneficiarios de una lenta evolución y de las decisiones que se han ido tomando a lo largo del tiempo. -¿Alguien le ha dicho que Artemis 2 es algo así como el Apolo 10, un poco ‘premio de consolación’, teniendo en cuenta que el gran premio es estar en Artemis 3? -No creo que haya ningún premio de consolación en los vuelos espaciales tripulados. Son los tipos de misión en las que quieres estar, sea la que sea. Siempre digo que la mejor misión es la siguiente que te toca. Y no hay que olvidar que es la primera misión tripulada de la cápsula Orion y del Space Launch System (SLS), lo que es un hito enorme. Es cierto que cuando aterricemos en la Luna será el primer aterrizaje de ese módulo, pero antes hay que conseguir ciertos pasos que nos lleven hacia los siguientes. Estoy emocionado de ser parte de esta misión porque nos permitirá volver a la Luna, y por eso no puedo pensar en esto como en un premio de consolación. -Artemis 1 tuvo retrasos por diversos motivos, incluidas fugas de combustible y algunas «anomalías» durante el viaje, tal y como dijo NASA. Con esos antecedentes, ¿no da un poco de miedo subirse a un megacohete como el SLS? -No, no me da miedo. Aunque soy muy consciente del riesgo. Aunque te digo que si miras muchos de nuestros currículos, hemos hecho cosas tan arriesgadas como un vuelo espacial. NASA sabe de la importancia de tomar decisiones inteligentes basadas en el riesgo, por eso hay que probar y analizar. Y eso se hizo con Artemis 1, que voló sin tripulación. Así compensamos parte del riesgo. También tenemos mucha confianza en el equipo que hay detrás y que nos llevará cuando todo esté listo. Confiamos unos en otros. Volaremos cuando el equipo, el entrenamiento y el vehículo estén preparados, no antes. Entonces despegaremos.