La ciencia ya no es lo que era. Aquella imagen, casi arcaica, de un laboratorio distante y remoto, en el que pocos entendían concretamente lo que sucedía allí dentro, es parte del pasado. La ciencia consiguió en menos de un año instalarse en los hogares; entre la familia. Hoy se la ve muy cómoda siendo parte hasta de conversaciones que los niños tienen con sus padres. Nuestra ciencia llegó al sitio que debió haber presenciado desde su génesis: uno muy próximo a las personas. Y hoy sabemos que no hay posibilidad de ejercer una ciudadanía plena en el siglo XXI sin la integración de ella. El devenir científico nos atraviesa y sus avances, nos benefician.