El regreso a la Luna empieza en Lanzarote

«Procedemos a recoger una muestra de colada de lava, tiene adherido componente vegetal, signos de agua cercanos». Entre frase y frase se cuela el ruido de las radios, único vínculo que tendrán los astronautas en su regreso a la Luna y en su conquista de Marte . Esta misión podría ser una de las que desarrollarán en esos mundos, y como tal se ensaya con todo el instrumental y el rigor en el territorio de la Tierra que más se parece a esos dos mundos, la isla volcánica de Lanzarote . Lanzarote y su corazón de lava guardan en su paisaje superficies intactas tras la furia de sus volcanes, uno de los pocos lugares del planeta con este nivel de conservación. «El paisaje en la Luna o Marte no será muy diferente a esto», señala el astronauta Alexander Gerst . El europeo que más tiempo ha vivido en el espacio, 351 días, es ahora uno de los participantes de la quinta edición de Pangaea , el programa de la Agencia Espacial Europea (ESA) para dar formación geológica de alto nivel a los astronautas que podrían viajar a la Luna. Junto a Gerst se entrena la astronauta de la NASA Stephanie Wilson , y ambos reciben la ayuda de un equipo de geólogos e ingenieros. Lo que aprendan servirá para seleccionar puntos de aterrizaje en futuras misiones lunares y planificar operaciones científicas sobre su superficie. Ese parecido con la Luna y Marte es el motivo por el que la ESA ha elegido el parque nacional de Timanfaya en la isla canaria como una de sus escalas, que también comprenden Italia, Alemania o Noruega. Para los astronautas, «será como pisar la Luna por primera vez» , asegura el director del curso, el geólogo Francesco Sauro . Los volcanes basálticos y el terreno árido recuerdan a la superficie lunar y los piroclastos, las coladas de lava o los tubos de La Corona son iguales a los que se encuentran en Marte. Noticias Relacionadas estandar No ¡Sorpresa! La Luna pudo formarse en apenas unas horas José Manuel Nieves estandar No La misión Artemis I vuelve a quedarse en tierra y se retrasa hasta octubre Patricia Biosca En Lanzarote, los astronautas solo tienen de referencia una foto satelital y a partir de ella, terreno inexplorado. Llevan una cámara 360 sobre sus cabezas, que graba sus pasos y se convierte en otro par de ojos para el equipo de la Tierra, un microscopio portátil, un espectrómetro, un software complejo que colecta informaciones, material de recogida de muestras estériles… «Si falla la radio estamos solos allá arriba», recuerda Gerst. Precisamente eso es lo que les ha ocurrido durante el entrenamiento. «Lo hemos resuelto, nadie ha tenido que venir a prestarnos ayuda. Y debe ser así, porque nadie podrá ayudarnos cuando estemos en la superficie de la Luna o Marte», admite. El ojo humano En el volcán de Santa Catalina en Tinajo, las indicaciones por radio de los científicos rompen el silencio de este paraje volcánico bajo el que duerme un pueblo devorado hace siglos por la lava. «Somos sus ojos», dice Gerst acerca de los geólogos. Aunque previamente se ha hecho un trabajo conjunto de observación y documentación para recoger las muestras, los astronautas tienen que estar preparados para tomar decisiones sobre la marcha. La ciencia puede ver desde un satélite, pero nunca podrá igualar al ojo humano. Los astronautas sobre la superficie de Tinajo reuters Como explica Gerst, saber identificar las muestras que los astronautas traerán a ‘casa’ será crucial. «No es recoger rocas, es saber qué rocas recoger», puntualiza. «No podremos traer mucho material de vuelta a la Tierra, así que encontrar los mejores ejemplos será clave para que los científicos puedan hacer su trabajo». «En la Luna tenemos rocas de 3.800 millones de años», es decir, «millones de años más antiguas que cualquiera que podamos encontrar en la Tierra», señala el astronauta. Estas rocas «guardan una información muy valiosa sobre nuestro propio pasado, cómo se formaron los planetas, cómo llegó la vida a ellos, o el agua». Nuestro satélite natural «es un libro abierto de la historia de nuestra propia existencia», con el que la ciencia «podrá descubrir muchísimos secretos», asegura. Y ese será el objetivo de las expediciones: «encontrar el ejemplo perfecto de rocas que nos ayude a desvelar esos misterios». «Cambio de paradigma» Para Sauro, las misiones lunares suponen «un cambio de paradigma» y un giro de 180 grados «en lo que deben hacer los astronautas». Hasta ahora, viajaban a la Estación Espacial Internacional (ISS) y permanecían allí haciendo sus estudios, pero ya no sirve solo con eso. Ha llegado el momento en el que los robots ya no serán suficientes y se necesitan humanos en la superficie para explorar el territorio». Gerst asomándose al borde de una colina reuters Gerst, primer comandante alemán de la plataforma orbital, ha visto salir y esconderse el Sol desde el espacio más de 5.700 veces. Sin embargo, esta es su primera visita a Lanzarote y tiene «el corazón a mil por hora». También es geofísico y vulcanólogo. «Veo estos volcanes y me late fuerte el corazón, solo veo lugares maravillosos que me encantaría explorar», dice. Quiso ser astronauta desde niño, cuando soñaba con conquistar otros planetas y conocer la Luna. «Cuando era pequeño quería ser científico, ver lo que hay en el interior de este planeta, y ser astronauta y ver lo que hay más allá». En Lanzarote «tengo ambas cosas». MÁS INFORMACIÓN noticia Si La ‘astronomía de neutrinos’ da un paso de gigante noticia Si Descubren, cerca de la Tierra, un nuevo asteroide ‘asesino de planetas’ Según Sauro, una de las ventajas que tiene este espejo de la Luna en la Tierra es un geoparque bien organizado para soportar esta actividad, y una historia «muy interesante» que sigue la premisa de «cómo sobrevivir en un sitio y contextualizar la actividad humana en un lugar por descubrir y proteger» como son la calderas y el malpaís conejero. «Es como trabajar en la Luna por primera vez».