Uno de los principales desafíos de la agricultura en el siglo XXI consiste en crear productos para que los cultivos puedan resistir a plagas y patógenos de forma “natural”, sin dejar residuos tóxicos en los alimentos, sin afectar la salud de insectos polinizadores, como las abejas, y sin contaminar el aire, los ríos y la tierra, asegura por teléfono José Antonio Darós, investigador del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas, un centro mixto del CSIC y la Universitat Politècnica de València.