Un grupo de investigadores ha iluminado un fenómeno desconcertante. Cuando una célula humana se descontrola y empieza a multiplicarse a lo loco, amenazando con iniciar un cáncer, esas hijas malignas se enfrentan a las siempre atentas defensas del organismo. Algunos glóbulos blancos, como las células NK (siglas de Natural Killers, “asesinas naturales” en inglés), son capaces de reconocer y exterminar a las células cancerosas. Los científicos, del Hospital de Ottawa (Canadá), explican que, sin embargo, en algunos tumores de la sangre, las feroces NK quedan adormecidas tras dar “una especie de beso” a las células del cáncer. Ese beso hace que las células defensivas asesinas sean incapaces de asesinar a las cancerosas.