Protagonizó la noticia más hermosa de la Semana Santa en Galicia, pero su buena suerte duró un suspiro, tan poco que a sus rescatadores no les dio tiempo de ponerle nombre. La corza albina de unos dos meses que apareció el Domingo de Ramos y fue salvada por los Comuneros de San Roque, en Viveiro (Lugo), se fue apagando poquito a poco durante 12 días, entre algunos destellos de vitalidad, y en la mañana del viernes 14 murió. El jueves ya no había tenido fuerzas para levantarse. La cría, de pelo blanco, piel rosada y ojos azules, llegó al refugio maltrecha, enferma de sarna y con parasitosis interna. Estaba tan débil, su vida era tan frágil, que el primer día el veterinario que sube desde el pueblo a atender el parque de animales creado por la comunidad de montes ya no dio grandes esperanzas.