Las grandes antenas de la red de Espacio Profundo (en California, Australia, y Madrid) escuchan periódicamente las débiles señales de la sonda Voyager 1, que lleva volando por el espacio desde 1977. Casi 45 años. Normalmente, los datos que reciben son sobre densidad de plasma, campos y magnéticos y rayos cósmicos. Son los únicos instrumentos de la nave que siguen funcionando, ya que los demás se desconectaron hace mucho tiempo para ahorrar energía; además, la región por donde se mueve ahora ya no hay nada que pueda ser de interés para –por ejemplo- sus cámaras de televisión.