La escala en el mundo de los insectos es vital para su funcionamiento, tanto que incluso determina su vida, aunque la lógica en el plano diminuto de estos animales puede sonar contraintuitiva en el día a día humano. Pero al estudiarlos, su física revela mecanismos fascinantes. Por ejemplo, que unas chinches hayan conseguido controlar sus propios excrementos, lanzándolos en singulares gotas, que catapultan a velocidades increíbles lo más lejos posible de donde se alimentan. Es una adaptación que permite a estos insectos saltahojas optimizar recursos: logran que el nutriente obtenido sea más rico que el coste de conseguirlo, y además resulta en una estrategia para conservar energía y mantener alejados a los depredadores.