Nunca deja de sorprendernos la capacidad de algunas personas para soportar la adversidad y el infortunio. “Yo no podría soportarlo. Si a mí me pasara, me hundiría, me moriría”, son frases que todos hemos dicho o pensado alguna vez cuando razonamos sobre la situación de quienes han perdido a un hijo, conviven con una dura enfermedad, afrontan una pareja violenta, educan a adolescentes irresponsables, pierden su trabajo, les deja su pareja, o sufren, como los políticos, frecuentes reprimendas o insultos que, a veces, alcanzan a su propia familia, entre otros relevantes ejemplos.