El mamífero más longevo del planeta es la ballena de Groenlandia, que vive más de 200 años. Algunos ejemplares vivos ya surcaban las aguas del Ártico cuando el francés Champollion descifró los jeroglíficos egipcios de la piedra Rosetta en 1822. Nadie sabe cómo llegan a esa edad sin sufrir apenas cáncer, una enfermedad íntimamente ligada al envejecimiento.