A partir del próximo año, en Australia, el acceso a los cigarrillos electrónicos y productos relacionados que contengan nicotina líquida requerirá una receta médica. Y esto parece una buena noticia.
Porque los supuestos beneficios de los cigarrillos electrónicos no resisten un análisis exhaustivo.
Pocas revisiones de calidad
Solo ha habido un pequeño número de revisiones de calidad sobre los daños y beneficios de los cigarrillos electrónicos para toda la población (en lugar de para las personas individuales).
El análisis de CSIRO y las revisiones de las Academias Nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina de EEUU han hallado que la evidencia de los cigarrillos electrónicos que ayudan a las personas a dejar de fumar no es concluyente. Las revisiones también encontraron que los cigarrillos electrónicos son dañinos por sí mismos y están asociados con un mayor consumo de tabaco y nicotina en los jóvenes.
Una revisión de 2017 del Consejo Nacional de Investigación Médica y de Salud de Australia extrajo conclusiones similares.
El regulador australiano, la Administración de Productos Terapéuticos o TGA, tampoco ha hallado evidencia para apoyar la venta de cigarrillos electrónicos como un ‘bien terapéutico’. El TGA tampoco ha encontrado evidencia para relajar los controles de seguridad de envenenamiento existentes que requieren que un médico autorice el acceso de nicotina líquida.
A pesar de las afirmaciones de la industria del cigarrillo electrónico y la promoción adicional de que ‘los cigarrillos electrónicos son un 95% menos dañinos’ que fumar cigarrillos tradicionales, tampoco existe una base científica para tales afirmaciones.
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La noticia
Hay que empezar a perseguir los cigarrillos electrónicos porque no queda clara su inocuidad
fue publicada originalmente en
Xataka Ciencia
por
Sergio Parra
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