Las estanterías de supermercados y ultramarinos están repletas de alimentos ultraprocesados, productos que permiten, en muchos de los casos, el consumo inmediato o que requieren de una elaboración corta y sencilla. Las pizzas, las patatas fritas o la bollería industrial son solo algunos de los ejemplos. Su consumo se está extendiendo tanto que, en España, el porcentaje de compra de ultraprocesados en las compras de alimentación casi se triplicó entre 1990 a 2010 (del 11% al 31,7%), según un estudio publicado en Nature en 2017. La definición ha sido compleja de delimitar y hasta 2009 no se acuñó por primera vez este término, de la mano de Carlos Monteiro, un investigador de la Universidad de São Paulo (Brasil). Javier Sánchez Perona (Vitoria, 48 años), investigador del CSIC en el Instituto de la Grasa, ahonda en las cuestiones nutricionales de estos productos, así como en las consecuencias de su consumo en la salud de la sociedad en un libro de la colección del CSIC ¿Qué sabemos de? En una entrevista por videollamada y desde Sevilla, detalla todos los aspectos que envuelven a estos alimentos.