Se cumple en este mes el quinto centenario de una de las epopeyas más sorprendentes de la larga historia de la humanidad: la primera vuelta al mundo, comenzada por Fernando de Magallanes (Fernão de Magalhães en su portugués natal) y completada por Juan Sebastián Elcano . La travesía permitió la conexión directa entre Europa, África, América y Asia. ¿Cuáles fueron las motivaciones que impulsaron ese viaje de tres años? ¿Qué significó en su momento? ¿Qué lecciones nos puede enseñar, ahora que estamos inmersos en una nueva etapa de exploración del Sistema Solar? El viaje Magallanes-Encano no fue un hito aislado, pues se encuadra dentro de las exploraciones ibéricas que comenzaron a finales del siglo XIV y se extendieron hasta los comienzos del XVII. Travesías que expandieron los horizontes geográficos, etnográficos y comerciales. El océano Atlántico y sus nuevos archipiélagos de las Canarias, las Azores, Madeira o Cabo Verde, las costas africanas más allá del Cabo Bojador, el cruce al hemisferio sur, el paso del Cabo de Buena Esperanza para entrar en el océano Índico, hasta llegar a la India por barco, la llegada a América y el descubrimiento del inmenso océano Pacífico fueron incorporados al conocimiento occidental. Pero la primera circunvalación del planeta expandió los horizontes hasta límites insospechado, al cruzar en una peligrosa travesía un inmenso océano, cuyo tamaño era insospechado. Estos nuevos mares y tierras fueron incorporados dentro del marco conceptual del tratado ‘Geographia’, escrito por Claudio Ptolomeo en el siglo II y recuperado en Occidente a finales de la Edad Media. Por tanto, estos viajes de descubrimiento contribuyeron a demoler la imagen medieval del mundo y a facilitar la entrada en la Edad Moderna. Además, los desarrollos técnicos y científicos fueron esenciales para la resolución del denominado ‘ problema de la Longitud’, la verdadera palanca del cambio que impulsó la revolución científica de los siglos XVII y XVIII. Portugal y España, España y Portugal, fueron potencias determinantes en ese proceso. El mundo adquirió su configuración actual en parte por esta extraordinaria gesta. Noticias Relacionadas estandar Si La olvidada decisión que convirtió el viaje de Elcano en la mayor gesta de la Historia de España Manuel P. Villatoro reportaje Si El enigma de Juan Sebastián Elcano, 500 años después Manuel Lucena Giraldo Contrariamente a lo que se suele pensar, las grandes campañas de exploración de los siglos XIV, XV y XVI no fueron únicamente fruto de la casualidad o de iniciativas particulares en medio de un contexto desorganizado. Al mismo Cristóbal Colón le llevó diez años planificar su ‘misión’ incluyendo la evaluación de su proyecto por expertos de la Universidad de Salamanca, o la búsqueda de financiación y los permisos de las más altas instancias de la Corona de Castilla, Portugal, Francia o Inglaterra. De hecho, tras el descubrimiento de América, los Reyes Isabel y Fernando crearon la Casa de Contratación en 1503 para organizar todos los asuntos relacionados con la exploración y comercio con el Nuevo Mundo. Trazando un paralelismo con la actualidad, una vez más España fue pionera en crear un organismo precursor de las modernas agencias espaciales, que bien podría haberse llamado ‘la Agencia para la Exploración de los Océanos-AEO’. Desde 1508 la Casa contaba con el cargo de ‘Piloto Mayor’, un puesto de carácter científico-técnico cuyas funciones eran planificar misiones de exploración, seleccionar y entrenar los mejores pilotos, contratar y formar personal altamente cualificado (pilotos, cosmógrafos) para analizar la información, y elaborar y custodiar celosamente el padrón real con los mapas más completos y detallados de las nuevas tierras y sus recursos. Durante las primeras décadas del siglo XVI la competición con Portugal, en lo que se podría clasificar como una ‘guerra fría’, proporcionó un ambiente competitivo único para abordar definitivamente el objetivo que se inició con Colón: el comercio de las lucrativas especias del sudeste asiático. Diferentes tratados internacionales, avalados por el papado, repartieron las áreas de influencia (proceso repetido después en Yalta con EE. UU. y la Unión Soviética). Pero la falta de conocimiento, en este caso geográfico, no permitía decidir dónde quedaban las Molucas, origen del preciado comercio. El aterrizaje Así surgió la gran misión de exploración planetaria, que en terminología espacial definiríamos como: objetivo, abrir la ruta con las islas de las especies por el oeste: naves, cinco (Trinidad, Concepción, Victoria, San Antonio, Santiago); tripulación, 239; capitán, Fernando de Magallanes; despegue, puerto de Sevilla/Sanlúcar de Barrameda, el 10 y 20 de agosto de 1519; aterrizaje, islas Molucas; operaciones, viaje de demostración y recolección de muestras; retorno, intento por el este (fallido) y por el oeste (éxito); capitán, Juan Sebastián Elcano; aterrizaje, en ‘base de lanzamiento’ el 6/8 de septiembre de 1522. Fueron 18 hombres que se percataron por primera vez que fruto de la circunnavegación habían perdido un día, al haber viajado hacia el oeste y cruzar lo que ahora se denomina línea de cambio de fecha. Con su proeza comenzó la exploración y el comercio a escala planetaria. De manera análoga a lo ocurrido hace 500 años, en la actualidad asistimos sorprendidos a los resultados de las exploraciones en la Luna, Marte y otros cuerpos del Sistema Solar, junto con los descubrimientos de miles de planetas más allá de sus confines. El mundo cambió tras la gesta de estos dos navegantes y el puñado de valientes que se atrevieron a desafiar lo desconocido. Nuestro mundo ya está cambiando ante la avalancha de avances que se están produciendo en múltiples campos. Dar forma a esos cambios desde una perspectiva ética y global depende ahora de nosotros. SOBRE el autor Víctor parro Víctor Parro doctor en ciencias biológicas y Profesor de Investigación de INTA. Es responsable del instrumento SOLID para la búsqueda de vida en exploración planetaria, co-investigador en varios proyectos de NASA, y director del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA). sobre el autor david barrado David Barrado es doctor en física y también en geografía e historia, y Profesor de Investigación de INTA. Es responsable de la contribución de INTA al instrumento MIRI del telescopio espacial JWST y director científico de la Unidad María de Maeztu Centro de Astrobiología (CSIC-INTA).