Los astrónomos han clasificado ya millones de galaxias en el Universo. Tantas, que no resulta difícil dividirlas en grupos diferentes según sus formas o la distribución de materia en su interior. Espirales, elípticas, barradas, lenticulares, irregulares… La lista de nuevas galaxias aumenta prácticamente cada día, y de vez en cuando aparece una tan diferente que merece inaugurar una nueva categoría. Sin embargo, estudiar la forma y la estructura de la Vía Láctea, nuestra propia galaxia, es una tarea extremadamente difícil. Sabemos, por ejemplo, que la nuestra es una galaxia espiral , pero el hecho de que estemos dentro de ella impide que podamos observar sus características al completo. El problema puede compararse a tratar de determinar cómo es un edificio sin verlo entero, solo asomándose a una de sus ventanas. A pesar de ello, el hecho de estar ‘dentro’ nos da, también, algunas ventajas. Desde nuestra posición, por ejemplo, podemos llevar a cabo estudios detallados de la población estelar de la Vía Láctea y sus composiciones químicas. Lo que da a los investigadores las herramientas que necesitan para comparar nuestra propia galaxia con los muchos millones de otras que hay en el Universo. Noticia Relacionada estandar Si Explican, por primera vez, por qué las galaxias tienen formas tan distintas José Manuel Nieves El trabajo aclara, por ejemplo, cómo las galaxias espirales ‘dejan caer’ sus brazos y se transforman en lenticulares Esta misma semana, un equipo internacional de investigadores de Estados Unidos, Reino Unido y Chile ha publicado un artículo en ArXiv que hace precisamente eso: examinar un catálogo de más de diez mil galaxias en busca de las más parecidas a la nuestra. De esta forma, el equipo descubrió que, a primera vista, ‘ahí fuera’ existen numerosos ‘gemelos’ de la Vía Láctea, aunque se traata de algo engañoso , ya que la mayoría de ellas muestra diferencias fundamentales enterradas en los datos. Buscando otras ‘Vías Lácteas’ En su análisis, lo primero que hicieron los científicos fue reducir lo más posible el tamaño de su muestra, seleccionando solo aquellas galaxias que coincidían con lo que sabemos sobre la Vía Láctea en tres amplias categorías. De este modo, primero se quedaron solo con las que tenían una masa similar a la de la Vía Láctea . Después descartaron todas las que mostraban un abultamiento central diferente a la de nuestra propia galaxia y, finalmente, solo se quedaron con las que tenían un ‘tipo de Hubble’ similar, un sistema de clasificación que agrupa a las galaxias según sus formas. Al final de este proceso, el equipo se quedó con 138 galaxias que, por lo menos superficialmente, eran similares a la nuestra. Y a partir de ahí, profundizaron en los detalles para ver lo cerca que están realmente esos ‘primos galácticos’ de nosotros. Contando estrellas Los investigadores conectaron los datos a un modelo que predice la formación de estrellas, teniendo en cuenta cómo los vientos estelares expulsan el exceso de gas , que puede ser atraído hacia el centro de las galaxias. El modelo también tuvo en cuenta la composición química y la metalicidad de los materiales dentro de diferentes regiones de las galaxias. Lo cual, redujo nuevamente el número de galaxias ‘como la nuestra’ de 138 a 56. Todas ellas tienen en común el hecho de disponer de una larga escala de tiempo en la que fabricaban estrellas en sus regiones exteriores, dando a luz nuevos astros de manera constante y pausada. La región interna, por otro lado, experimenta en estas 56 galaxias un período de intensa formación estelar al principio de sus historias, al que sigue otra etapa mucho más lenta de formación estelar en el núcleo, a partir del gas reciclado expulsado por estrellas más viejas en la región exterior. Estas nuevas estrellas, hechas de material reciclado, tienen un mayor nivel de metalicidad, con elementos más pesados que faltaban en la generación inicial de estrellas. El mismo patrón que se da también aquí, en nuestra propia galaxia. Este ‘apagado’ de nuevas estrellas en los centros galácticos indica que esas galaxias ya completaron en el pasado la mayor parte de su producción estelar, lo que sugiere que podrían ser más antiguas que la Vía Láctea. Y si esto es cierto, es posible que al observarlas estemos viendo el propio futuro de la Vía Láctea. Nuestra galaxia, en efecto, también puede terminar algún día con un centro apagado y, por lo tanto, estas galaxias representan una vista previa de la próxima etapa de nuestra propia evolución. MÁS INFORMACIÓN noticia No Hay un segundo gran agujero negro cerca de la Tierra noticia No A la caza del segundo agujero negro supermasivo más próximo a la Tierra noticia Si Nuevos datos sobre los misteriosos filamentos que ‘cuelgan’ del centro de nuestra galaxia «Quizás -escriben los autores- estas galaxias sean las sucesoras evolutivas de la Vía Láctea, ya que están más avanzadas en sus vidas«. Desde luego, y aunque aún queda mucho por aprender, el estudio muestra que no somos del todo únicos. Hay una enorme variedad de tipos de galaxias en el Universo, pero al menos algunas de ellas siguen las mismas reglas que nuestra Vía Láctea, y muchas se encuentran en la misma etapa de sus vidas. Estudiar estos parecidos puede ayudarnos a aprender más sobre nuestro propio hogar, y también a averiguar qué es lo que nos espera en el futuro.