El secreto de la monogamia ya no está en la hormona del amor

La oxitocina se considera desde hace mucho tiempo la ‘hormona del amor’, pero esta creencia podría empezar a tambalearse. Un estudio publicado ayer en la revista ‘Neuron’ muestra que esta molécula orgánica no es necesaria para establecer lazos duraderos con la pareja y cuidar de los hijos. La investigación fue llevada a cabo con ratones de las praderas o campañoles, unos roedores famosos por su fuerte tendencia a la monogamia . Después de aparearse, estos animales permanecen el resto de su vida en pareja. Forman vínculos muy fuertes y rechazan de forma activa compañías potenciales del sexo opuesto. Además, el macho se involucra en la misma medida que la hembra en el cuidado de la prole. Un ejemplo para nuestra propia especie. Estudios previos que usaron drogas para bloquear la unión de la oxitocina a su receptor encontraron que los ratones de campo no podían unirse cuando se bloqueaba la señalización de la hormona. Es decir, sus grandes cualidades para el amor parecían depender de esta sustancia. Parto y crianza Los neurocientíficos Devanand Manoli, de la Universidad de California San Francisco (UCSF), y Nirao Shah, de Stanford, lo pusieron en duda. Utilizaron la técnica de edición genética CRISPR para generar campañoles que carecen de receptores de oxitocina funcionales. Luego, probaron si estos ratones mutantes podían formar lazos duraderos con su parejas. Para su sorpresa, lo lograron tan fácilmente como los normales. Una pareja de campañoles. Su ‘amor’ es para toda la vida Nastacia Goodwin El receptor también resultó prescindible para el parto y la crianza. «Los campañoles mutantes no solo pueden dar a luz, sino también amamantar», dice Shah. Tanto los machos como las hembras se involucraron en los comportamientos parentales habituales de acurrucarse, lamerse y acicalarse, y pudieron criar cachorros hasta la edad del destete. Sin embargo, las hembras tenían una liberación de leche limitada. Como resultado, menos crías sobrevivieron hasta la edad del destete, y las que lo hicieron eran más pequeñas. Los investigadores creen que sus resultados difieren de los de otros estudios que utilizaron fármacos para bloquear la señalización del receptor de oxitocina por una cuestión de precisión. «Las drogas pueden ser sucias -dice Manoli-, en el sentido de que pueden unirse a múltiples receptores, y no sabes qué acción de unión está causando el efecto». Eso no pasa con la genética. MÁS INFORMACIÓN noticia No El ‘cometa verde’ ha aumentado su magnitud y ya se puede ver a simple vista noticia No Una ‘sala de trofeos’ hallada en una cueva de Madrid demuestra la capacidad simbólica de los neandertales «La gente ha estado esperando que la oxitocina sea una poderosa terapia para ayudar a las personas con deficiencias cognitivas sociales como autismo o esquizofrenia», indica. «Esta investigación muestra que probablemente no haya una varita mágica para algo tan complejo y matizado como el comportamiento social», subraya.