«E pur si muove» –y sin embargo, se mueve-. Estas serían las palabras que, como un susurro inaudible, Galileo Galilei habría pronunciado al dar por finalizada su lectura de la abjuración de la versión heliocéntrica del mundo ante la Inquisición, en junio de 1633. Apócrifas o no, esto sería otro tema de debate, la divisa se ajusta a la perfección al científico italiano. En este momento nadie duda que la Tierra gira en torno al sol y que, además, lo hace acompañado de otros siete planetas y más de cien lunas, a diferentes velocidades y trazando órbitas desiguales. El dibujo del conjunto se asemeja a una nube de pájaros revoloteando alrededor de una fuente luminosa. Además del movimiento traslacional, nuestro planeta da una vuelta completa sobre su eje una vez al día (exactamente cada 23 horas 56 minutos y 4 segundos), describiendo una órbita elíptica en un sentido oeste-este, es decir, inverso a las agujas del reloj. Si no hubiese rotación terrestre el día duraría seis meses y la noche otros seis, además de que nuestro planeta dejaría de estar achatado por los polos y se convertiría en una esfera casi perfecta. Por otra parte, sabemos que el núcleo terrestre, compuesto fundamentalmente por hierro, rota algo más rápido que el manto y la corteza terrestre, un fenómeno conocido como «super rotación». A más de mil kilómetros a la hora Ahora bien, la velocidad a la que se mueve la Tierra no es igual en todas las partes del mundo, depende de la ubicación geográfica, de forma que las regiones ecuatoriales tienen la velocidad de rotación más alta, la cual disminuye a medida que nos acercamos a los polos terrestres. Esto explica por qué los científicos han decido lanzar los cohetes se lanzan cerca del ecuador y en sentido este, ya que de esta forma son capaces de maximizar el uso de la velocidad de la Tierra. Conocido el radio terrestre es fácil calcular la velocidad en el ecuador (1666 Km/h) y en cualquier lugar del planeta. De esta forma, y tras un sencillo cálculo, podemos saber que los habitantes de Madrid -ciudad que se encuentra a unos 40º de latitud- se mueven a 1275 Km/h. En Román paladino, cada hora viajamos -sin enterarnos- a más de mil kilómetros de distancia. El sistema vestibular tiene la clave El movimiento de nuestro cuerpo lo percibimos gracias a un sistema en el que participan, de forma simultánea, la visión, el oído y los sensores musculares, articulares y cutáneos. La combinación de toda la información es integrada en el sistema nervioso central, desde donde se emiten las órdenes oportunas para mantener el equilibrio corporal. El encargado de detectar los giros en nuestro cuerpo es el sistema vestibular localizado en el oído, el cual tiene un umbral de detección cercano a 2º por segundo. Pues bien, y aquí está la clave, a pesar de que la velocidad de nuestro planeta es de vértigo, como hemos visto, su velocidad de giro es muy pequeña: 0,25º por minuto, o lo que es lo mismo 0,0042º, es decir, se encuentra por debajo del umbral de nuestro sistema vestibular. Por el mismo motivo tampoco percibimos la velocidad cuando viajamos en un avión o en un tren de alta velocidad, no notamos que se están moviendo salvo que se produzca una aceleración o deceleración brusca. MÁS INFORMACIÓN noticia No Victor Glover, primer astronauta negro que irá a la Luna: «Al principio todos eran iguales, militares, treintañeros y blancos» noticia No La mayor explosión del Universo La Tierra gira junto con la atmósfera que la rodea, de forma que el aire no se queda atrás a medida que gira, puesto que en caso contrario habría un viento constante. Sería preciso viajar hasta los 200 Km de altitud, donde la atmósfera deja de existir y comienza el espacio, para poder apreciar el giro terrestre. SOBRE EL AUTOR pedro gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.