El poder del altruismo: ayudar a otros nos hace sentir menos solos (sobre todo si somos viudas)

Por portal-3

El poder del altruismo: ayudar a otros nos hace sentir menos solos (sobre todo si somos viudas)

Ayudar a otros nos hace sentir bien (de modo que aparece una suerte de nudo gordiano en el que resulta difícil establecer si somos altruistas o egoístas), pero es que, además, ser altruistas nos hace sentir menos solos, más conectados con los demás.

Algo que incluso se ha comprobado con mujeres viudas.

Soledad y conexión

La experiencia de ayudar a otros reduce la actividad de los centros cerebrales del estrés y la amenaza, incluidas la amígdala, la corteza cingulada anterior dorsal y la ínsula anterior.

Igualmente, se detecta un aumento de la actividad en zonas del cerebro asociadas con la atención y las recompensas (el área septal y el cuerpo estriado).

En otras palabras: ayudar a otros parece que aumenta el sentimiento de bienestar, pero también es un antídoto para el dolor de la soledad y la desconexión. Esto fue particularmente probado con las tasas de soledad de viudas y mujeres casadas en un estuido de 2017 con una muestra de casi 6 000 estadounidenses.

Naturalmente, las mujeres viudas se sentían en general más solas que las casadas, pero había una excepción, tal y como explica Vivek H. Murthy en su libro Juntos. El poder de la conexión humana:

Las viudas que participaban voluntariamente en alguna actividad de servicio, durante una media de dos o más horas semanales, no se sentían más solas que aquellas cuyos maridos seguían con vida. Ayudar a otros hacía desaparecer eficazmente la soledad derivada de la pérdida.

Esto, indudablemente, añade una capa de complejidad a la definición de altruismo y egoísmo. Porque si nos sentimos bien siento altruistas, ¿acaso no somos egoístas? Podéis profundizar un poco más en la jungla sociológica de esta clase de cuestiones en el siguiente vídeo:


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El poder del altruismo: ayudar a otros nos hace sentir menos solos (sobre todo si somos viudas)

fue publicada originalmente en

Xataka Ciencia

por
Sergio Parra

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El primer insecto volador robótico se desarrolló en la década de 1970, pero era demasiado frágil

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El primer insecto volador robótico se desarrolló en la década de 1970, pero era demasiado frágil

El Insectothopter era una libélula artificial capaz de volar hasta 200 metros. Fue diseñado por Vought Corp Advanced Technology Center, en Dallas, Estados Unidos, para la CIA.

El proyecto se inició a principios de la década de 1970 y se clausuró en algún momento posterior a 1974. Estaba pintado a mano para que se pareciera lo máximo posible a una libélula.

Proyecto para el espionaje

En Plena Guerra Fría, se buscaba una opción para espiar al enemigo sin levantar sospechas. Después de descartar la idea de un abejorro mecánico, los ingenieros de la CIA crearon un prototipo de libélula. Apodado el Insectothopter, fue el primer vehículo aéreo no tripulado (UAV) del tamaño de un insecto. En condiciones ideales, tenía un alcance de 200 metros y un tiempo de vuelo de 60 segundos.

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Se esperaba que los agentes de campo pudieran pilotar este insecto volador para que se aproximara a objetivos y usara los reflectores de los ojos para enfocar un micrófono láser (que detectaba el sonido a partir de la distorsión del rayo reflejado).

El sistema de propulsión del Insectothopter se basaba en un oscilador fluido en miniatura, que movía las alas hacia arriba y hacia abajo para imitar el vuelo de una libélula real.

Siguiendo el ejemplo de la naturaleza, los ingenieros de la CIA hicieron bien en elegir la libélula. Las libélulas son ágiles trapecistas, capaces de flotar, planear e incluso volar hacia atrás. Pueden girar 180 grados en tres aleteos. El cuerpo del Insectothopter de 6 centímetros de largo y con una envergadura de 9 cm estaba dentro del rango de las dimensiones reales de una libélula.

Además, las libélulas son nativas de todos los continentes excepto la Antártida, por lo que su presencia no sería llamativa.

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Sin embargo, el insecto robot resultó ser demasiado frágil para poder usarse, ya que incluso las brisas más leves lo derribaban.


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