Tenemos los españoles una actitud algo renuente en reconocer los beneficios que genera la cultura científica. Desde el ya clásico “Que inventen otros”, hasta la incredulidad del ciudadano medio que se pregunta y nos pregunta: “… y eso que hacéis, ¿para qué sirve?”. Colectivamente, no tenemos muy clara la necesidad de invertir en investigación básica.