El rostro sí puede ser el espejo del alma social. Un estudio ha usado máquinas y un algoritmo visual para estudiar las facciones del rostro en miles de retratos de los últimos siglos. Sus autores han comprobado que el rictus ha ido cambiando con el tiempo. Observaron, de hecho, un aumento de las caras que transmitían confiabilidad y una retirada de las que mostraban dominio. El fenómeno ha ido paralelo al desarrollo económico y el avance de valores como la tolerancia religiosa o la libertad.