Las larvas de la mosca del vinagre se alimentan de materia vegetal en descomposición, pero si las dejas sin comida, abandonan la dieta vegetariana y se pasan al canibalismo. Este nuevo estilo de vida no es fácil para un insecto que no está a priori adaptado para ser un depredador. Romper la dura cutícula de un insecto y penetrar en su interior requiere una dentadura bastante poderosa. Por eso, para cuando alcanzan el tercer y último estado larvario, aquellas que han estado alimentándose de sus compañeras tienen un 20% más de dientes que las herbívoras, lo que las convierte en supercaníbales. Al parecer, todas las larvas tienen desde el principio un caníbal potencial dentro preparado para salir si es necesario. Un último as bajo la manga.