¿Cuánto dura exactamente el momento presente? ¿Y es esa duración siempre la misma o varía de un instante a otro? El impactante descubrimiento de un equipo de investigadores de la Universidad de Cornell podría haber dado con la respuesta a estas preguntas. Nuestra percepción momentánea del tiempo, afirman en un artículo recién publicado en ‘ Psychophysiology ‘, no es continua, sino que puede ‘estirarse o encogerse’ con cada latido de nuestro corazón. El estudio, en efecto, aporta evidencia de que el corazón es uno de los ‘cronómetros’ más importantes del cerebro y juega, por tanto, ‘un importante papel’ en nuestro sentido del paso del tiempo. Según Adam Anderson , autor senior de la investigación, «el tiempo es una dimensión del Universo y una base central para nuestra experiencia del yo. Nuestra investigación muestra que la experiencia del tiempo momento a momento se sincroniza y cambia con la duración de un latido del corazón». Hasta ahora, la percepción del tiempo se había estudiado generalmente durante intervalos más largos, mostrando que nuestros pensamientos y emociones son capaces de distorsionar nuestro sentido del tiempo (hay segundos que parecen eternos y horas que pasan volando). Pero esos hallazgos, según Anderson, reflejan cómo pensamos o sentimos el paso del tiempo, pero no nuestra experiencia directa del momento presente. Noticia Relacionada estandar Si Hallan, sin proponérselo, una forma de observar el origen del tiempo José Manuel Nieves Dos físicos del plasma, expertos en fusión nuclear, descubren una técnica para observar el el instante mismo de la creación usando ondas gravitacionales Para investigar esa experiencia, los investigadores se preguntaron si nuestra percepción del tiempo podría estar relacionada con los ritmos fisiológicos, y decidieron centrarse en la variabilidad natural de las frecuencias cardíacas. Como promedio, el marcapasos cardíaco ‘marca’ de forma constante, pero cada intervalo entre un latido y el siguiente es un poco más largo, o más corto, que el anterior, como una manecilla de segundos cuyo ‘tic tac’ tuviera lugar a diferentes intervalos. Anderson y sus colegas decidieron aprovechar esa variabilidad para llevar a cabo un novedoso experimento. El equipo monitorizó con electrocardiografía (ECG) a 45 voluntarios de edades comprendidas entre los 18 y los 21 años y sin antecedentes de problemas cardíacos. La actividad eléctrica del corazón se midió con una resolución de milésimas de segundo. El ECG estaba conectado a una computadora, lo que permitía que los latidos del corazón activaran breves tonos de entre 80 y 180 milisegundos de duración . Los participantes del estudio debían decir si cada tono era más largo o más corto en relación al anterior. ‘Arrugas temporales’ Los resultados mostraron algo que los investigadores han llamado ‘ arrugas temporales ‘. Cuando el latido del corazón que precedía a un tono era más corto, el tono se percibía como más largo. Y al contrario, cuando el latido del corazón anterior era más largo, la duración del sonido parecía más corta. «Estas observaciones -escriben los autores en su artículo- demuestran sistemáticamente que la dinámica cardíaca, incluso en unos pocos latidos, está relacionada con el proceso de la percepción temporal». Pero aún hay más. El estudio, en efecto, muestra que el cerebro también influye en el corazón. Después de escuchar los tonos, los participantes centraron su atención en los sonidos. Esa ‘respuesta de orientación’ cambió su ritmo cardíaco, afectando a su experiencia del tiempo . Según Anderson, la conclusión es que «el latido del corazón es un ritmo que nuestro cerebro usa para darnos una idea del paso del tiempo. Y eso no es algo lineal, sino que se contrae y se expande constantemente». Esta conexión entre la percepción del tiempo y el corazón, dicen los autores, sugiere que nuestra percepción instantánea del tiempo tiene sus raíces en la bioenergética, que ayuda al cerebro a administrar el esfuerzo y los recursos en función de los estados corporales cambiantes, incluida la frecuencia cardíaca. MÁS INFORMACIÓN noticia No ¿Está creando la radiación en Chernóbil una nueva raza de perros? noticia No El abejorro que tuvo un problema y enseñó a resolverlo a toda la colmena De hecho, explica el científico, la investigación muestra que en intervalos muy inferiores a un segundo, demasiado breves para pensamientos o sentimientos conscientes, es el corazón quien regula nuestra experiencia del presente. «Incluso en estos intervalos de momento a momento, nuestro sentido del tiempo fluctúa. Una influencia pura del corazón, de latido a latido, ayuda a crear el sentido del tiempo».