Los científicos lo conocen como ‘The boring billion’, es decir, los ‘aburridos mil millones’. Se trata de un larguísimo periodo en la historia de la Tierra que va desde hace unos 2.000 millones de años hasta hace poco menos de 1.000 y durante el que esencialmente ocurrió… nada. Durante ese tiempo inimaginablemente largo, en efecto, nuestro planeta sufrió una especie de ‘parón’ durante el que la actividad geológica quedó reducida al mínimo, la tectónica de placas prácticamente se detuvo, el clima se quedó estancado en una primavera árida e interminable y la vida, que entonces se limitaba a organismos unicelulares, apenas evolucionó en unos mares que eran de un color verde lechoso y negro en lugar de azul, y en los que los nutrientes escaseaban. Un planeta, pues, lánguido, aburrido, eternamente igual a sí mismo y que no parecía estar destinado a convertirse en el lugar activo y bullicioso que es hoy. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Tubinga, en Alemania, y la Academia China de Ciencias, acaba de aportar una serie de datos que podrían ayudar a explicar lo que ocurrió. Y es que durante todo aquél periodo interminable, también la duración de los días terrestres quedó estancada, con días de 19 horas, mucho más cortos que los actuales. Una situación insólita causada por un inusual comportamiento de la Luna. El trabajo se ha publicado hace apenas unos días en ‘Nature Geoscience’. Noticia Relacionada estandar No La redistribución humana del agua está haciendo que la Tierra se incline más de lo que debería José Manuel Nieves Sólo entre 1993 y 2010, el eje de rotación terrestre se inclinó por esta causa casi 80 cm hacia el este La Luna, ‘clavada’ en el cielo Actualmente, la Luna se aleja de la Tierra a un ritmo de 3,82 cm al año. Y a medida que se aleja va ‘robando’ energía de rotación a nuestro planeta, lo que hace que gire cada vez más despacio y los días se alarguen. Pero durante los ‘aburridos mil millones de años’, en plena era Proterozoica, las cosas eran muy distintas, y la Luna se mantuvo a una distancia constante de nosotros, dejando ‘clavada’ la duración del día en 19 horas durante todo aquel interminable periodo. Solo después nuestro satélite empezó, poco a poco, a alejarse de nuevo, y los días a alargarse. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores aprovecharon un método geológico relativamente nuevo, la cicloestratigrafia, que permite medir la duración de los días en épocas pasadas. Pero si la Luna ha pasado la mayor parte de su tiempo alejándose de nosotros, ¿qué fue lo que la hizo aferrarse con tanta fuerza a la Tierra precisamente durante aquellos mil millones de años? Según los investigadores, la respuesta podría estar en las mareas, y en cómo esas mareas afectan a la rotación terrestre. Mareas lunares contra mareas solares Como sabemos muy bien, la atracción gravitatoria de la Luna controla las mareas oceánicas del planeta, y eso ralentiza la rotación terrestre. Sin embargo, el Sol también ejerce una atracción gravitacional en forma de ‘mareas atmosféricas solares’, pero su efecto es exactamente el contrario. De hecho, cuando la luz solar calienta la superficie de la Tierra, acelera su rotación. En la actualidad, las mareas lunares tienen aproximadamente el doble de la fuerza de las mareas atmosféricas solares, lo que significa que tienen más influencia en la velocidad de rotación de nuestro mundo. En otras palabras, la ralentización causada por la Luna vence a la aceleración causada por el Sol. Pero durante los ‘aburridos mil millones’, la Tierra giraba más rápido, lo que indica que las mareas solares eran mucho más fuertes de lo que son ahora. Tanto como para igualar a las mareas linares. Y así, durante ese tiempo, las mareas solares y lunares se anularon mutuamente, dejando el día terrestre fijo en su duración de 19 horas. «Debido a esto – afirma Uwe Kirscher, coautor del estudio- la duración del día de la Tierra dejó de cambiar y se mantuvo constante». MÁS INFORMACIÓN noticia Si John Jumper, el ‘chico’ de Google que podría ganar un Nobel: «Con AlphaFold2 sentimos que habíamos cambiado el mundo» noticia Si Tim White, paleoantropólogo: «Nos pusimos de pie al emparejarnos. Ese fue el principio de nuestro éxito» A su vez, el estudio halló que estos mil millones de años con días de 19 horas coinciden con una desaceleración similar en el aumento de oxígeno en la atmósfera, lo que pudo haber contribuido también al ‘parón’ de la evolución de la vida en la Tierra durante ese tiempo. En resumen, toda una cascada de acontecimientos encadenados que, juntos, estuvieron cerca de apagar la ‘chispa’ que distingue a nuestro mundo de todos los demás.