La devastación provocada por el terremoto sufrido en Marruecos, por encima del millar de muertos, demuestra la destrucción que pueden provocar los seísmos en función del terreno bajo el que se desaten, en este caso en una zona con construcciones poco preparadas para soportar esa liberación de energía. Los servicios geológicos determinan que el terremoto ha sido de magnitud 6,8. Según los datos con los que cuentan los especialistas, es el mayor que sufre el país desde que se cuenta con registros.