El origen de la Luna es un claro ejemplo de cómo los mitos preceden a la ciencia. Porque la mitología quiso que una titánide de nombre Tea chocase contra su propia madre, es decir, contra Gea, para alumbrar a su hija Selene a partir de los escombros causados por la colisión. Al fin y al cabo, la creación es “un asunto de mujeres”, apunta la astrónoma francesa Fatoumata Kébé en El libro de la luna (Blackie), un homenaje a nuestro satélite natural.