Con sus casi seis metros de largo, las jirafas (Giraffa camelopardalis) son los animales terrestres más altos entre las especies vivas. La explicación clásica sobre su largo cuello es que la presión selectiva por el alimento habría favorecido a los ejemplares más elevados, que llegaban a hojas a las que no podían el resto de herbívoros. Ahora, el hallazgo de un fósil de un pariente cercano de la G. camelopardalis refuerza otra hipótesis hasta ahora minoritaria: la selección sexual. Los machos de este jirafoide tenían una morfología de cabeza y cuello que los hacía únicos dándose cabezazos cuando competían por las hembras. Para sus descubridores, el comportamiento extremo de este lejano antepasado podría explicar la evolución de las jirafas.