La única ocelote albina que se conoce en el mundo está ciega pero no se nota. Exhibe su agilidad cuando se enfrenta a un paquete de papel relleno de paja que la provoca desde una cuerda. Los videos difundidos muestran cómo se para y golpea varias veces para destruirlo: dentro hay un pedazo de carne, un estímulo para mantener intacto su instinto de caza. Vive en el Parque de la Conservación de Medellín, en un refugio sin estructuras altas que la pongan en riesgo y con iluminación graduada. Es una presa fácil en un bosque, donde no puede camuflarse para cazar los pájaros o reptiles que necesita para sobrevivir. Por eso llegó hace un año, casi muerta por su inusual color blanco, producto de una enfermedad que, según los expertos, es indicio del deterioro de los bosques nativos de Antioquia.