Larga vida a los abuelos: la exitosa estrategia de tener una ‘tercera edad’

Somos una especie con una longevidad excepcional. Comparados con los grandes primates, que son nuestros parientes vivos más próximos dentro del mundo animal, los humanos vivimos muchos más años. Superamos en un par de décadas la esperanza de vida de chimpancés, orangutanes y gorilas. Mientras que Homo sapiens puede aspirar a llegar a los 85 años, los chimpancés superarán con dificultad los 53 años, los gorilas los 54 y 58 los orangutanes. Podríamos pensar, y con razón, que cuantos más años viva una especie, más tiempo tiene para tener hijos, de forma que la longevidad sería un factor a favor del éxito reproductivo. Sin embargo, si examinamos de cerca nuestro ciclo vital y el de los grandes primates, nos llevaremos alguna sorpresa. A pesar de vivir más años, la edad a la que nuestra especie tiene el primer hijo es bastante tardía, 19,5 años, frente a los 10-15 años de nuestros primos y, por si fuera poco, no lo compensamos teniendo descendencia hasta más tarde, sino que tenemos la última cría en torno a la misma edad, 42-45 años. Podríamos decir que el tiempo que, como especie, dedicamos a tener hijos (aproximadamente 25,5) es inferior a la media de los hominoideos (aproximadamente 29) a pesar de vivir mucho más. En resumen, nuestra especie ha aumentado su longevidad extendiendo, precisamente, los periodos en los que no somos reproductivos. ¿Cómo se come eso? ¿Se ha vuelto loca la selección natural?

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HOMO IMPERFECTUS

Editorial: Ediciones destino
Temática: Evolución humana
Autora: María Martinón-Torres
Número de páginas: 272
Precio: 18,90€ (papel) / 9,99€ (ebook)