Thomas Halliday: «Querer reducir la población mundial para salvar el planeta es ecofascismo»

By 26/05/2022 Portal

Con un aspecto insultantemente joven, el paleobiólogo Thomas Halliday (Edimburgo, 1989) podría ser fácilmente confundido con un becario de la editorial Debate en cuya sede madrileña se desarrolla esta entrevista y que ha publicado su último libro, ‘Otros mundos’. Pero las apariencias son solo apariencias. El autor es un investigador del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Birmingham y un divulgador experimentado. La obra que ha venido a presentar a España se promociona como uno de los mejores libros científicos del año. Y en sus páginas, Halliday combina ciencia y una mirada poética para describir 16 ecosistemas que se han sucedido a lo largo de cientos de millones de años en la Tierra y que no se parecen en nada a lo que ahora conocemos. Hay pingüinos gigantes, reptiles emplumados, días de 22 horas, inviernos que duran generaciones, hongos de nueve metros de altura, arrecifes de cristal… También violentas devastaciones que han puesto la vida varias veces en jaque y que tienen mucho que enseñarnos de cara a un futuro que, dice el investigador, ahora está en nuestra mano.

—Somos poco conscientes de que la Tierra ha sido muy diferente muchas veces. ¿De esos otros mundos, cuáles son los más sorprendentes?

—Uno de los sistemas más difíciles de imaginar se produjo hace unos 5 millones de años, cuando el Mediterráneo se secó y quedó convertido en un salar, con temperaturas de 80ºC en verano. No hay nada así en el mundo hoy. Pero si hablamos de vida, el ambiente más increíble para mí son las colinas de Ediacara en Australia hace 550 millones de años, con criaturas de cuerpos blandos que durante mucho tiempo no se ha sabido si eran animales, plantas o alguna otra cosa.

—En esos cientos de millones de años, ¿qué momento ha sido el más crítico para el planeta?

—Ha habido cinco extinciones masivas. La mayor de ellas se produjo hace 250 millones de años, cuando el 95% de la vida del planeta desapareció. La más reciente mató a todos los dinosaurios no aviares y dio lugar a la diversificación de los mamíferos. Nosotros estamos aquí por eso.

—Meteoritos, erupciones volcánicas… ¿Cómo logró la vida salir adelante?

—Hay características que dan ventajas a algunos organismos. Ser pequeño ayuda porque no necesitas mucho alimento y tienes más posibilidades de adaptarte en épocas de escasez. Si no eres un organismo especializado, puedes alimentarte de cosas diferentes… Y los seres que sobreviven, se adaptan e innovan. Se desarrollan nuevas formas de vida que repiten los patrones que han existido anteriormente. Por ejemplo, los grandes mamíferos herbívoros aparecieron muy rápidamente tras la extinción de los dinosaurios y ocuparon su lugar. .

—¿Qué nos enseñan esos episodios?

—Que la vida regresa, pero de una forma diferente. Una extinción masiva es un reseteo de la vida. Si miramos al futuro y pensamos en lo que podríamos causar los humanos debemos darnos cuenta de que quizás ya no haya lugar para nosotros, porque somos parte del mundo tal y como existe ahora y por eso tenemos que cuidarlo.

Evitar la misantropía

—¿Un mundo sin nosotros sería un mundo mejor?

—No, en absoluto. Debemos evitar la misantropía. Muchos de los ecosistemas actuales dependen estrechamente de nosotros. Decir que los humanos son esencialmente una fuerza negativa conduce a la idea de que deberían ser eliminados, y eso lleva de forma inevitable a una visión ecofascista.

—Explíquese.

—El ecofascismo es un gran problema. Cualquiera que proponga la reducción de la población como una medida en favor del planeta está explícitamente diciendo que está a favor de exterminar a alguien. Es peligroso, porque ¿quién decide quién permanece y quién no? Siempre serán los poderosos. Además, el problema medioambiental no está provocado por el número mundial de habitantes, cuyo máximo llegará muy pronto, sino por el consumo excesivo de los países ricos.

«El número de habitantes no causa el problema sino el consumo excesivo de los países ricos»

—¿Qué otros peligros tiene el ecofascismo?

—Cuando se crea un parque nacional en Estados Unidos, los pueblos indígenas son expulsados. Se les trata bastante mal mientras se pone por delante al medio ambiente. El genocidio es un ejemplo extremo de este tipo de situaciones.

—¿Está ahora el planeta en un momento muy vulnerable?

—Sí, pero podemos elegir si seguir de esta forma, cambiar el clima y destruir el entorno, o reducir la dependencia de los combustibles fósiles, reducir el consumo brutal de recursos y cambiar nuestra relación con la naturaleza.

—Habla incluso de un mundo postextinción. Suena un poco aterrador.

—Dos tercios de las aves son pollos domésticos. Eso se parece mucho a lo que vemos después de un evento de extinción masiva, cuando los ambientes están dominados por unos pocos organismos muy comunes. Todavía no hemos perdido la mayor parte de las especies pero en muchos casos penden de un hilo.

«Dos tercios de las aves son pollos domésticos. Se parece mucho a lo que ocurre después de una extinción masiva»

—Y afirma que los niños que ya han nacido podrían soportar en el futuro niveles de dióxido de carbono similares a los del Eoceno.

—Si continuamos utilizando combustibles fósiles, la atmósfera será muy parecida a la de esa época, el último período en el que no había hielo en la Antártida.

—¿Cómo imagina el ecosistema 17, el del futuro de la Tierra?

—Las especies evolucionarán como resultado del desarrollo de las ciudades. Al llevarlas de un lugar a otro del planeta, hemos creado nuevos entornos muy diferentes. Si hablamos de lugares salvajes, creo que es imposible especular qué ocurrirá de aquí a un millón de años.

—¿Qué nos pasará a nosotros como especie?

—Como digo, depende de lo que hagamos. Los seres humanos son muy adaptables y no veo un futuro en el que se extingan. Esto no significa que no haya daño y sufrimiento si no cambiamos nuestro comportamiento. Si actuamos, es probable que podamos minimizar gran parte del daño, no solo al medio ambiente sino también a nuestras sociedades.

—Entonces hay esperanza.

—Sí, pero tiene que ser una esperanza activa. Como dice (la escritora estadounidense) Rebbeca Solnit, la esperanza es como un hacha: te ayuda a cruzar la puerta, pero tienes que usarla.