Hay evidencia de la existencia de la materia oscura desde hace bastante tiempo. La primera vez que tuvimos idea de que había algo más que no veíamos fue en los años veinte y treinta del siglo pasado. Pero la prueba más clara llegó con los estudios de la astrofísica estadounidense Vera Rubin sobre los movimientos de las galaxias espirales, que son la base para que pensemos que sí hay materia oscura. Para entender lo que significa el trabajo de Vera Rubin debes saber que conocemos la relación entre la masa que contienen las galaxias y la luz que producen. Eso quiere decir que podemos calcular cuánta masa contiene una galaxia gracias a la luz que nos llega de ella. A la vez, también podemos estimar la masa de una galaxia estudiando su velocidad de rotación. Lo que observó Vera Rubin es que los datos que obtenía gracias a esa relación, no cuadraban. Se necesitaba mucha más masa que la visible para justificar la velocidad a la que giraban las galaxias. Esta se considera la evidencia más clásica de la existencia de materia oscura, pero hay muchas más.