Carola García Vinuesa, de 52 años, era una mujer respetada en Australia. Esta inmunóloga española era catedrática y jefa del departamento de inmunología de la Universidad Nacional de Australia. También era directora del Centro de Inmunología Personalizada. Era muchas cosas que se podían resumir en una: su equipo había sido pionero en el país en secuenciar el genoma humano. Tenía una posición acomodada, daba charlas sobre inmunología genética por el mundo y unos cuantos premios se apilaban en su casa en Canberra, donde vivía con sus dos hijas.