ENIAC, acrónimo de Electronic Numerical Integrator And Computer (Computador e Integrador Numérico Electrónico), fue una de las primeras computadoras de propósito general. Era gigantesca.
Así que, tras su aparición, muchos escritores de ciencia ficción y pronosticadores del futuro tecnológico se imaginaron que, en el futuro, los ordenadores cada vez serían más inteligentes, pero también más grandes. Esta hipótesis se puede leer en múltiples novelas del género, como Factor limitador, de Clifford Simak, publicado en 1949, donde se imagina un ordenador tan gigantesco y colosal que cubre todo el planeta.
Los adyacentes posibles
El abanico de posibilidades y nuevos desarrollos que propicia un determinado desarrollo tecnológico, lo que vienen a llamarse adyacentes posibles, resulta impredicible en gran parte. Por eso pocos apostaron por el éxito del nacimiento del smartphone (y casi nadie pronosticó cómo lo acabaríamos usando). Lo mismo ha sucedido con YouTube.
O con Wikipedia. O con los trenes, los coches, los aviones, los ordenadores. Por ejemplo: «No hay razón para que alguien quiera un ordenador en casa” pronunciada por Ken Olson, el fundador de Digital Equipment Corp, en 1977.
En 1946, Darryl Zanuck pensaba que la televisión fracasaría porque la gente “pronto se aburriría de mirar a una caja contrachapada cada noche”. “Los americanos necesitan el teléfono, pero nosotros no. Tenemos muchos mensajeros” (William Preece). Ésta es una de las predicciones más antiguas del listado, pronunciada en 1878 por el jefe de ingenieros del servicio postal británico.
Steven Johnson describe así el funcionamiento del adyacente posible en tecnología, en Wall Street Journal:
La verdad extraña y hermosa sobre el adyacente posible es que sus fronteras se expanden a medida que las exploras. Cada nueva combinación abre la posibilidad de otras combinaciones nuevas. Piénsalo como si se tratara de una casa que se amplía mágicamente con cada puerta que abres. Empiezas en una habitación con cuatro puertas, cada una de ellas lleva a otra habitación en la que todavía no has estado. Cuando abres una de esas puertas y entras en la habitación, aparecen tres nuevas puertas, cada una de las cuales lleva a otra habitación completamente nueva a la que no podrías haber llegado desde el punto de partida original.
En 1932, el ya desaparecido en España Diario Ahora se preguntó a algunos de los más insignes intelectuales de la época lo siguiente: ¿Cómo podemos imaginar que será el año 2000? Hubo algunos aciertos, pero la mayor parte de los pronósticos fueron perfectos fracasos. Como los serán los que ahora planteemos. Podéis ver algunos de estos pronósticos fallidos en el siguiente vídeo:
Atemporal, en cualquier caso, parece ser la respuesta sobre cómo serían los libros en 2000 de Ramón del Valle Inclán. «Si yo supiera cómo va a ser la literatura del año 2000, ya la estaría haciendo».
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La noticia
La dificultad de pronosticar cómo será la tecnología del futuro
fue publicada originalmente en
Xataka Ciencia
por
Sergio Parra
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