Las sociedades científicas han pasado en unos meses de advertir sobre la deficiencia de vitamina D en la población a alertar sobre el abuso y uso indiscriminado de suplementos que se ofertan para corregir el déficit. Empujados por la covid, estos productos, que se anuncian en tiendas y páginas de internet como refuerzo del sistema inmunitario, se han convertido en un mercado mundial de 1.100 millones de dólares y se prevé que crezca a un ritmo del 7%, hasta alcanzar los 1.600 millones de dólares en 2025, según la predicción de Bussines Wire. Pero todas las asociaciones médicas advierten de los peligros del consumo indiscriminado, de la ausencia de pruebas que hagan necesario un cribado masivo de los niveles de vitamina D, de la falta de un indicador universal de concentraciones adecuadas y del riesgo de automedicación.