Los seis millones de años que nos separan de un chimpancé son una eternidad en comparación con nuestra vida fugaz. Seis millones de años son 3.000 veces la historia de Occidente desde los griegos hasta aquí, 600 veces el lapso transcurrido desde los orígenes del neolítico y 30 veces desde el origen de nuestra especie, el Homo sapiens. Pero la duración de una vida humana es una pésima regla para manejarse en las escalas temporales de la evolución, casi como intentar medir una montaña con la cinta métrica de costurero.