Los ojos son una herramienta muy poderosa para desenvolverse con éxito en la naturaleza y va mucho más allá de la de, simplemente, proporcionar, una visión del mundo. La membrana que da color a los ojos, el iris, se contrae o se dilata en función de la luminosidad ambiental y la ventana por la que penetra la luz es lo que conocemos como pupila.
Su disposición geométrica ha sido objeto de debate durante mucho tiempo. En el año 2015 un grupo de investigadores de la Universidad de Berkeley (California) realizó un minucioso estudio encaminado a responder por qué los animales tienen diferentes tipos de pupilas.
Para ello los científicos analizaron la forma de la pupila de más de doscientas especies terrestres diferentes y llegaron a la conclusión que la morfología pupilar estaba directamente relacionada con el nicho ecológico del animal.
La pupila vertical ayuda a emboscar
Estos investigadores observaron que la pupila con ranura vertical es un patrón general de los depredadores, animales que cazan furtivamente y que tienen que permanecer durante mucho tiempo inmóviles observando a sus presas. Este tipo de pupila es la que tienen, por ejemplo, los guepardos.
Esta disposición pupilar les permite controlar mucho mejor la entrada de la luz y calibrar con enorme precisión la distancia que les separa de su presa sin necesidad de tener que mover la cabeza. Las pupilas verticales son útiles para conocer la probabilidad de éxito y si merece la pena o no el dispendio energético de la carrera.
Gracias a la pupila vertical pueden calcular la profundidad de campo a través de dos mecanismos: midiendo el grado de borrosidad de los objetos situados delante y detrás del objeto enfocado, y midiendo la distancia de los objetos a través de la imagen tridimensional que es capaz de reconstruir el cerebro a partir de la información que recibe desde cada retina (estereopsis).
Pupilas rectangulares para visión panorámica
Las gacelas, al igual que la mayoría de los mamíferos ungulados, tienen pupilas rectangulares de disposición horizontal, con las cuales ven con mayor nitidez aquello que está en el plano del suelo, calculando el momento preciso en el que tienen que emprender la carrera.
Gracias a esta disposición pupilar entra mayor cantidad de luz por los laterales que por arriba o por abajo, generándose una visión panorámica con la que son capaces de detectar la presencia de depredadores. La pupila horizontal también mejora la calidad de la imagen de los objetos y ayuda a que el ojo tenga menos luz cenital deslumbrante.
Algunos herbívoros han dado un paso evolutivo adicional y presentan unas elongaciones en la parte superior del ojo, la llamada corpus nigra o gránulos irídicos, que actúan a modo de visera para minimizar la entrada de luz que llega desde arriba y evitar deslumbramientos.
Por otra parte, los herbívoros disfrutan de una adaptación ocular conocida como ciclovergencia que consiste, básicamente, en que el globo ocular rota en la cuenca del ojo de forma que el eje mayor de la pupila se encuentre siempre paralelo al plano del suelo. Esta singularidad permite que sus ojos observen siempre la lejanía, en independencia de si están pastando o no.
Además, los globos oculares están situados a ambos lados de la cabeza para proporcionar un campo de visión mucho mayor, con un solo punto ciego, situado detrás de sus cuartos traseros. Esto permite explicar, por ejemplo, por qué los caballos, cuando presienten un peligro detrás de ellos, se defiendan dando coces.
Pupilas redondas y en forma de ‘W’
Hay animales, como los lobos, que no precisan de un aparato óptico tan complejo ya que su táctica de caza es diurna y consiste en agotar a sus presas. Por ese motivo, al igual que nosotros, tienen pupilas redondeadas.
De todos los tipos de pupilas quizás la más asombrosa sea la de las sepias (
Sepiida
) que adopta una forma prácticamente circular cuando el animal se encuentra en ambientes oscuros y en forma de ‘W’ cuando hay mucha luminosidad, con la cual amplifica el contraste de la imagen y valora de una forma más precisa la distancia a la que se encuentra la presa.
Para finalizar, los geckos nocturnos tienen una pupila irregular, de aspecto dentado, que les ayuda a cazar en diversos entornos. Y es que ya lo dice el dicho popular, los ojos son el espejo del alma.
Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.