Nuestro comportamiento está continuamente retroalimentado por nuestro entorno. Desde nuestro grado de vandalismo y civismo según nos sintamos observados o no (o si el entorno da signos de vandalismo, como refiere la no discutida teoría de las ventanas rotas), hasta la propia limpieza.
Por ejemplo, ¿por qué en Japón apenas hay papeleras en las calles pero tampoco hay papeles en el suelo y, por el contrario, en otras ciudades llenas de papeleras encontramos mucha más suciedad en el piso?
Efecto contagio
En un estudio realizado en el aparcamiento exterior de un supermercado se eliminaron todas las papeleras y se colgaron muchos folletos de publicidad en las lunas de los vehículos estacionados. ¿Qué hacía la gente con esos papeles inservibles?
Si en el aparcamiento ya había papeles por el suelo, la gente se comportaba de una manera, y si el aparcamiento estaba limpio, de otra. Ya podéis imaginar cuál es cuál, tal y como refiere Pere Estupinyà en su libro A vivir la ciencia:
Por un lado, los investigadores observaron que cuando el aparcamiento estaba impoluto, entre un 20 y un 30 por ciento de los conductores eran prosociales y se guardaban el folleto en el coche o en el bolsillo. A estos últimos, lo que «les salía de dentro» era hacer «lo correcto», mientras que a los primeros les ocurría lo contrario. Pero si nos fijamos, lo más llamativo de estos resultados no es que algunos conductores siempre tiren el folleto al suelo o lo guarden independientemente de si el aparcamiento está sucio o no, sino que hubo entre un 40 y un 60 por ciento de personas cuyo comportamiento dependió del de otros. Es decir, tiraron el papel al suelo si el lugar estaba sucio y se lo guardaron si estaba limpio.
Imagen | acebal
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La noticia
Somos más limpios sencillamente si hay más limpieza
fue publicada originalmente en
Xataka Ciencia
por
Sergio Parra
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