Hasta hace unas décadas, las historias sobre asteroides chocando de forma catastrófica contra la Tierra se contemplaban mayoritariamente en el terreno de la ciencia ficción. Sin embargo, en los últimos años, el tema ha ido ganando en importancia y credibilidad: múltiples estudios evidencian la probabilidad real de este tipo de impactos (de los que ya se ha demostrado su poder destructivo en el pasado, como con el meteorito que acabó con los dinosaurios). Es por ello que se han creado varias iniciativas al respecto, incluidos programas específicos de monitorización de este tipo de rocas potencialmente peligrosas, de las que se estima existen unas 4.700 flotando sobre nuestras cabezas (a pesar de que solo tenemos contabilizadas en torno a solo el 40% del total); además de misiones espaciales para controlar o incluso probar la tecnología humana en caso de que alguno de estos asteroides fije su rumbo hacia nosotros. Entre estas últimas está DART , una idea de la NASA y la primera misión de defensa planetaria destinada a probar que, en un momento dado, podríamos chocar una nave espacial contra una de estas amenazas para retirarla del camino de la destrucción. Al cierre de esta edición, la sonda de la NASA se encontraba a apenas una hora del final de su vuelo ‘suicida’ contra Dimorphos , un asteroide de unos 160 metros de diámetro que orbita a Didymos , un gigante rocoso casi cinco veces más grande. Noticias Relacionadas estandar Si Misión DART La NASA intenta desviar un asteroide esta noche: todo lo que puede salir mal en la misión DART J. de Jorge estandar Si Misión DART: Primer intento de desviar un asteroide Isabel Herreros, investigadora de la misión DART: «Es como intentar darle a un mosquito a 70 kilómetros de distancia» Judith de Jorge La idea es que Dimorphos, que ahora tarda en dar una vuelta completa a Didymos 11 horas y 55 minutos , reste al menos 73 segundos a esa órbita –si bien el efecto podría ser de hasta de 10 minutos, según las estimaciones más optimistas–, lo que podría ser crucial en caso de que quisiéramos desviar una roca que apunta a la Tierra. Durante las maniobras, DART tomó imágenes con DRACO, la cámara integrada en la nave destinada a registrar el segundo a segundo del choque (o el fallo, ya que se contempla que la misión no salga según lo esperado). Los datos, recogidos desde el Laboratorio de Física Aplicada (JHUAPL) de la Universidad Johns Hopkins en Laurel, Maryland, donde se sitúa el centro de seguimiento de la misión, serán procesados en las próximas horas para conformar las imágenes que el resto de los mortales veremos en los próximos días. Pero no son los únicos ‘ojos’ que estuvieron (y que estarán) atentos: junto con la nave viajó LICIA-Cube, una sonda de la Agencia Espacial Italiana (ASI) del tamaño de una tostadora que se desconectó de DART hace unos días para navegar por su cuenta. Su objetivo fue registrar el impacto y la columna de eyección que se generó tras el choque. Así mismo, los objetivos de los telescopios espaciales Hubble, James Webb , además de los instrumentos a bordo de la sonda Lucy –que precisamente, está diseñada para estudiar asteroides–, apuntaron no solo antes y durante los momentos críticos, sino también un tiempo después para intentar recabar más información sobre cómo ha ido la misión DART. Desde la Tierra también habrá múltiples ojos escudriñando su posición en el espacio hasta finales de año: decenas de telescopios terrestres de los siete continentes se han sumado a las observaciones (incluidos observatorios que operan desde las Islas Canarias ). Si bien solo los telescopios de Sudáfrica , Kenia e Israel tuvieron asientos de primera fila para ver el impacto, el resto tomará imágenes de la zona en cuanto esté en su rango de visión. Y la zona se volverá más y más brillante a medida de que el polvo y los escombros del impacto se esparzan por el espacio y reflejen la luz del Sol. Las observaciones, que se alargarán durante meses, porque aunque el personal de DART solo necesita medir el cambio en la órbita de Dimorphos para determinar el éxito de la misión, los científicos esperan aprender más sobre el propio asteroide, incluida su estructura, composición y rotación. Además, cuanto mejor entiendan los científicos qué ha ocurrido (incluso si el choque ha ido mal) a unos 11 millones de kilómetros de distancia de la Tierra, donde habita el sistema binario de asteroides –que no suponen peligro alguno para nuestro planeta–, más datos se dispondrán para ajustar futuras misiones que sí podrían estar destinadas a verdaderas amenazas. MÁS INFORMACIÓN noticia No Un nuevo hallazgo echa por tierra lo que creíamos saber sobre los FRB, potentes señales de radio del espacio exterior noticia No El científico que ejercía de espía de Godoy «Vamos a recibir contribuciones de todo el mundo: de astrónomos profesionales, observadores aficionados, incluso tengo estudiantes de secundaria que planean observar esto. Esta misión abre una oportunidad real para que cualquier persona pueda participar en ella también», afirmó para Space.com Cristina Thomas , astrónoma planetaria de la Universidad del Norte de Arizona, responsable del grupo de trabajo de observaciones de DART. «Es importante que la gente entienda que, cuando se trata de defensa planetaria, todos tenemos que estar involucrados».