Troncos retorcidos y ramas deformes: los árboles centenarios revelan el secreto de su longevidad

Los árboles centenarios han sido capaces de adaptarse durante décadas a todo tipo de calamidades climáticas o agresiones humanas y su supervivencia queda reflejada en las cicatrices de su corteza. Tienen troncos torcidos y en forma de espiral; un crecimiento lento, pero constante; y cuentan con ramificaciones duras y brotes gordos laterales, con menos hojas. E incluso destacan por sobrevivir al mantener partes de su organismo muertas. Son los achaques de la edad que se repiten en todos los ejemplares centenarios estudiados en un reciente trabajo de campo en el Pirineo. Las características comunes de doce árboles de más de 600 años hallados en ese estudio, que habían resistido el paso del tiempo y las condiciones climáticas de un entorno hostil, revelan el secreto de su longevidad.

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