En el mítico parque nacional de Yellowstone (Estados Unidos), los lobos infectados con el Toxoplasma gondii tienen hasta 46 veces más probabilidades de ser el líder de la manada que los sanos. Además, los afectados por la toxoplasmosis provocada por este parásito tienden a incurrir en conductas más arriesgadas. Estos patrones, observados durante los últimos 25 años, estarían relacionados con la mayor o menor presencia del otro gran depredador del parque nacional, el puma. Ambos animales comparten territorio y allí donde la densidad de pumas es mayor, también lo es la infección por T. gondii entre los cánidos. Este protozoo parasitario, temido por todo dueño de gatos, necesita de los felinos para completar su ciclo vital. Con la ayuda de la evolución, se las ha ingeniado para influir en la conducta de grandes depredadores como el lobo.