Cuando una persona envejece y empieza a perder su memoria, a olvidar incluso cómo se llaman sus seres queridos, ya es demasiado tarde. El alzhéimer lleva años destruyendo su cerebro en silencio. Si se pudiese abrir su cráneo, se observarían neuronas muertas y acumulaciones de dos proteínas características: amiloide y tau. La enfermedad amenaza con arrasar la civilización en las próximas décadas —cada año hay 10 millones de nuevos casos de demencia—, pero la comunidad científica todavía no tiene ni idea de cuál es su causa. Un equipo internacional, en el que participa la neurocientífica española Amaia Arranz, ha introducido 100.000 neuronas humanas en el cerebro de ratones para intentar investigar en vivo qué ocurre durante el alzhéimer. Los autores han observado cómo perecen las células y han logrado evitar esta muerte neuronal con un simple tratamiento oral. Su avance se publica este jueves en la revista Science, uno de los templos de la ciencia mundial.