Aunque los humanos creamos que controlamos nuestra vida y que tenemos cierta capacidad para prolongar el tiempo que habitamos la Tierra, la programación genética pone unos límites difíciles de rebasar. Llegar a los 100 años es inusual y superarlos casi imposible. Aun así, es mucho más que los cinco años equivalentes para un ratón o los 20 para un perro. ¿Por qué unos animales viven mucho más que otros? ¿Qué sucede cuando envejecemos? ¿Es posible evitarlo? Estas preguntas están detrás del trabajo de un gran consorcio internacional que hoy publica sus resultados en las revistas Science y Nature Aging y que, en parte, pretende ayudar a superar algunos límites aparentemente inmutables.