El epidemiólogo italiano Alberto Ascherio ha resuelto este año uno de los grandes misterios de la medicina. En enero, su equipo demostró que el virus de Epstein-Barr, culpable de la enfermedad del beso, también es “la causa principal” de la esclerosis múltiple, un enigmático trastorno en el que se destruye la envoltura de las neuronas, como si se pelasen los cables eléctricos del cerebro y la médula espinal. Los pacientes, diagnosticados habitualmente cuando son veinteañeros o treintañeros, pueden empeorar en algunos casos hasta tener dificultades para hablar y caminar. Los tres millones de personas que viven con esclerosis múltiple en el mundo no sabían hasta ahora cuál era el auténtico detonante de su enfermedad.