El sentido común es inútil en el mundo de lo extremadamente diminuto, allí donde rigen las normas de la mecánica cuántica. Una de las diferencias más asombrosas es que dos partículas —como dos fotones de luz— pueden estar entrelazadas, de tal manera que lo que le ocurra a una de ellas determinará lo que le pase a la otra, aunque estén muy alejadas. Es lo que Einstein, escéptico, denominó “una fantasmagórica acción a distancia”. El físico Anton Zeilinger, nacido en la pequeña localidad austriaca de Ried im Innkreis hace 78 años, lleva un cuarto de siglo demostrando que las predicciones más absurdas de la física cuántica son correctas. Hace poco más de una década, su equipo logró teletransportar un estado cuántico entre dos fotones de luz entrelazados. Uno estaba en la isla canaria de La Palma y otro, en Tenerife. Había 143 kilómetros entre ellos.