El científico que ejercía de espía de Godoy

Por 23/09/2022 Portal

Caulerpa prolifera es un alga verde, frecuente en los fondos arenosos y que está provocando una tremenda alteración en el ecosistema del Mar Menor. Allí está formando una densa pradera en compañía de la Cymodocea nodosa . Caulerpa prolifera es una de las joyas de la corona del Real Jardín Botánico de Madrid , en la colección histórica del herbario de criptogamia hay un espécimen procedente de los baños alejandrinos de Cleopatra que fue recogido por Domingo Badía Leblich (1767-1818), un personaje que merecería protagonizar una película de aventuras. De espíritu inquieto y aventurero Badía nació en Barcelona y durante su infancia manifestó una enorme inteligencia que le llevó a estudiar diferentes disciplinas, entre ellas astronomía, física, historia natural, matemáticas y filosofía. En 1778 se trasladó a Cuevas de Almanzora (Almería) a causa del nombramiento de su padre como Contador de Guerra y Tesorero del Partido Judicial de Vera (Granda). Fue entonces cuando se despertó en él un interés desorbitado por la cultura musulmana, llegando a aprender su lengua y culturas. A la edad de veintidós años se trasladó a Córdoba para desempeñar un puesto como administrador de rentas de tabaco. Allí, a orillas del Guadalquivir, se dedicó al estudio de las observaciones meteorológicas, al estudio físico del vacío de la máquina neumática, a fabricar una olla que economizase carbón, a buscar una fórmula matemática para facilitar la ascensión de un globo aerostático… En definitiva, protagonizó una enorme nómina de proyectos científicos que cristalizaron en la construcción de un globo aerostático al que bautizó como ‘El Guadalupe’. Lejos de conseguir el renombre que buscaba, una cascada de vicisitudes hizo que la empresa se fuese al traste y que Badía, acuciado por las deudas, tuviese que abandonar la ciudad tres años después. Comenzó un periplo que terminó en la Corte, en donde se ganó la confianza del todopoderoso Godoy, el valido de Carlos IV. En 1802 conoció a Simón de Rojas Clemente (1777-1827) un reputado botánico y destacado intelectual de la Ilustración española. Consiguió embaucarle en una expedición científica y geográfica que se estaba preparando, que sería financiada por la Corona. Se estima que su duración sería de cuatro años, durante los cuales recorrerían 18.000 kilómetros en suelo africano. El objetivo era explorar la cordillera del Atlas, el desierto del Sahara, el Golfo de Guinea y la cuenca del Nilo, lugares desconocidos en su mayor parte por los europeos y que permitirían aumentar los conocimientos botánicos. Un espía con piel de geógrafo Sin embargo, la realidad era muy distinta, se trataba de un viaje encubierto en el que se pretendía acceder a ciertos conocimientos económicos, sociales y políticos que permitieran a nuestro país obtener pingues beneficios y preparar una futura ocupación de Marruecos. Durante el viaje, en aras de ganarse la confianza de los lugareños, Badía cambiaría de nombre, adoptaría en todo momento su idioma, utilizaría ropajes y costumbres locales, y se circuncidaría antes de comienzo de la expedición. De esta forma comenzó su viaje en 1803 haciéndose pasar por Alí Bey al-Abbasi , descendiente directo de Mahoma. En Marruecos abandonó a Clemente –que había adoptado la identidad de Mohamed Ben-Alí – bajo la promesa, nunca cumplida, de que se volverían a reunir más adelante. Mientas Clemente regresaba desalentado a la península, Alí Bey, gracias a su capacidad para metamorfosearse, llegó a La Meca, convirtiéndose en el primer occidental en besar la Kaaba, a Damasco, El Cairo, Constantinopla y Jerusalén. Aprovechó el viaje para realizar mediciones, recoger muestras botánicas y desarrollar análisis geológicos y meteorológicos de las diferentes regiones por las que iba pasando. Desde Tierra Santa viajó hasta Bucarest, Viena y Munich, recalando finalmente en Bayona, en donde se encontraba la familia real española tras su abdicación. Parece ser que Godoy lo presentó a Napoleón, quien le pidió que elaborase un informe sobre la situación política de Marruecos. Finalmente, Badía se trasladó a Madrid en 1808, siendo nombrado intendente por José I. Tras la derrota de las tropas napoleónicas en la península Ibérica nuestro personaje huyó a la capital gala, en donde publicó todos sus trabajos científicos y geográficos en varios tomos, dedicando su trabajo a Luis XVIII, el soberano que sustituyó a Napoleón Bonaparte. MÁS INFORMACIÓN noticia No El tacto y la vista están unidos antes de nacer noticia Si Cuentan las hormigas del mundo, y hay más de 20.000 billones Fue precisamente este monarca el que en 1817 le nombró mariscal de campo y le propuso un nuevo viaje, llegar hasta La Meca y desde allí a África para acceder finalmente a Tombuctú, en donde debería establecer vínculos comerciales favorables para la corona francesa. Durante este viaje adoptó nuevamente una identidad musulmana -se hizo llamar Hadj Alí Bin Utman -, pero desgraciadamente en los Altos del Golán, bien aquejado de disentería o envenenado por los británicos, falleció antes de poder cumplir su misión. Corría el año 1818. SOBRE EL AUTOR Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.