El Gran Sol es un caladero situado en el océano Atlántico, entre los paralelos 48 y 60, al oeste del Reino Unido. Su nombre procede del francés Grande Sole , que significa gran lenguado . Desde tiempos remotos es famoso, a partes iguales, por sus temidos temporales y por su riqueza pesquera. Hasta allí llegan las flotas de « gransoleros », integradas por palangueros, arrastreros y volanteros, en busca de merluzas, rapes y gallos . De todos ellos, sin duda, el rape es el pescado menos agraciado . Pertenece al orden lophiiforme e incluye dieciséis familias y más de cincuenta géneros. Los más comunes en nuestras cocinas el rape blanco (Lophius piscatorius) y el rape negro (Lophius budegassa), que se diferencian por el color de su peritoneo, la membrana que rodea el intestino. Feo. sagaz y astuto El rape es un voraz depredador que vive en aguas profundas y de aspecto inconfundible por su cabeza aplanada y su cuerpo cónico. A pesar de ser un pescado suculento, de carne compacta y sabrosa, es llamativo que no aparezca en los recetarios de cocina españoles hasta la segunda década del siglo XX. Y es que su aspecto poco agraciado era disuasorio para el consumo y hacía que formase parte del pescado de descarte . Los ingleses le han bautizado como « anglerfish » –pez pescador- debido a que tiene una columna vertebral dorsal alargada y muy maniobrable que soporta un órgano conocido como ilicio . Este apéndice es clave para su supervivencia, ya que a través de un proceso de bioluminiscencia , en donde participan numerosas bacterias, genera una luz que utiliza como señuelo para atraer a sus presas. Durante el proceso de «pesca» el rape permanece inmóvil agitando únicamente su apéndice, como si de una caña de pescar se tratase, hasta que el botín se acerca lo suficiente, momento en el cual lo agarra con sus ponderosas mandíbulas y lo engulle. Una vez dentro de la boca la presa es incapaz de escapar ya que el rape dispone de unos afilados dientes –lo cual ha propiciado que también se le conozca como diablo del mar – dispuestos con cierta angulación hacia el interior de la boca. Un curioso método de pesca que ya fue descrito en la antigüedad por Aristóteles . Parasitismo masculino Su reproducción también es extremadamente singular dentro del reino animal. De entrada existe un marcado dimorfismo sexual , siendo el macho mucho más pequeño que la hembra –hasta diez veces-, es de color negro y carece del señuelo característico. Cuando el macho alcanza la etapa de madurez su sistema digestivo degenera por lo que le resulta totalmente imposible alimentarse. En ese punto tan solo le quedan dos opciones: morir de hambre o localizar a una hembra que lo alimente el resto de su vida. Evidentemente, opta por lo segundo. La hembra, que puede llegar a medir más de un metro de longitud, le ayuda dejando un rastro hormona l (feromonas) inequívoco. Cuando la localiza se adhiere a ella con la ayuda de unos pequeños dientes en forma de gancho, tras lo cual libera unas enzimas que disuelven la piel de su boca y parte del cuerpo de la hembra, de forma que s us vasos sanguíneos se unan y ambos queden fusionados. De esta forma el macho, convertido en parásito , pasará el resto de su vida alimentándose gracias a la hembra. No es excepcional que ella « transporte » de forma simultánea varios machos en su cuerpo , un viaje que a la larga tendrá su recompensa. Y es que, gracias a ello, cuando la hembra está lista para desovar dispone al instante y a su antojo del material genético del macho, ya que las gónadas son la única parte de su anatomía que no se atrofia. Para terminar dos singularidades más, el rape es capaz de distender enormemente su estómago , pudiendo tragar presas de tamaño hasta dos veces superior al suyo, y de su páncreas se consiguió fabricar la primera insulina de la historia. ¿A qué ya no parece tan feo? SOBRE EL AUTOR Pedro Gargantilla Es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación