Durante lo peor de la pandemia, cuando los humanos nos refugiamos en nuestras casas para escapar del virus, muchos animales se pasearon por las ciudades. Aunque buena parte de los vídeos sobre panteras, ciervos o tejones pisando el asfalto resultaron ser falsos o grabados antes del coronavirus, aquella situación excepcional ha servido a los científicos para analizar la flexibilidad de la conducta animal. Un trabajo de 175 científicos siguiendo a casi 3.000 mamíferos en lo más duro del confinamiento les ha permitido confirmar que se movieron y acercaron más a las carreteras. Pero el aumento de la movilidad solo se produjo en los trayectos más largos y en las zonas donde el confinamiento fue más estricto. Los autores del trabajo, publicado en Science, creen que no solo las infraestructuras humanas dañan la vida salvaje, también lo hace la mera presencia de los humanos.