Supongamos que nos podemos ir de casa, y alejarnos no un poco, sino más allá de los confines de nuestro sistema solar, mucho más allá. Dejemos atrás el brazo de Orión, esa parte de la estructura en espiral de nuestra galaxia que tenemos más cerca. Seguimos viajando y abandonamos ahora la estructura de miles de millones de estrellas que giran en torno a un punto cercano a Sagitario A*, el monstruoso agujero negro que habita en corazón de la Vía Láctea.