Los límites de los probióticos: “No todos sirven para todo y alguno no vale para nada”

Una farmacéutica dispensa probióticos a un cliente en una botica de Madrid.

The millones de microbios que pueblan el organismo suelen convivir en paz y sensato equilibrio por el bien común. Esa armonía es salud. Pero, a veces, la entente cordiale entre unos y otros, buenos y malos, se rompe por injerencias externas —como el consumo de antibióticos, la aparición de otros patógenos o desregulaciones de ese ecosistema interno que se conoce como microbiota— y surgen problemas de salud. Una de las estrategias que se emplea para restablecer esta microbiota son los probióticos, microorganismos vivos que confieren un beneficio a la salud cuando se administran en cantidades adecuadas. Algunos de estos productos sirven, según los científicos, para tratar diarreas por consumo de antibióticos y una revisión científica reciente señala que también podrían valer para evitar catarros. Pero la evidencia científica sobre su potencial es aún muy limitada y sus presuntas bonanzas corren más rápido por la calle de lo que avanza la ciencia para demostrarlas. Los probióticos no valen para todo, advierten los expertos.

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