Los humanos somos individuos, pero también un ecosistema. En nuestro interior, la mitad de las células nos pertenecen, pero la otra mitad es de una multitud de bacterias que nos habitan. Esas bacterias interactúan con nuestro organismo, nos ayudan a hacer la digestión e incluso influyen sobre nuestro estado mental. Se ha observado una composición microbiana distinta en personas con depresión y los trasplantes de heces ya se han utilizado para tratar problemas intestinales o infecciones resistentes a los antibióticos.