Cada entrega de “El juego de la ciencia” suele empezar con las soluciones y posible discusión de los problemas de la semana anterior; pero en este caso, debido por una parte a la pausa veraniega y, por otra, a algunas dificultades recientes con la sección de comentarios, me limitaré a proponer cuatro acertijos —eso sí, todos ellos muy interesantes e instructivos— pergeñados por otros tantos especialistas: