Arturo Campos, el salvador hispano del Apolo 13, ‘regresa’ a la Luna

Por 01/09/2022 Portal

Corría la madrugada del 13 de abril de 1970 cuando sonó el teléfono del ingeniero eléctrico Arturo Campos . Sus jefes le reclamaban: tenía que volver urgentemente al trabajo. Se trataba, muy en serio, de un asunto de vida o muerte por algo que estaba sucediendo a 330.000 kilómetros sobre su cabeza. Tres astronautas, Jim Lovell , Jack Swigert y Fred Haise , integrantes del Apolo 13 , estaban atrapados en una nave que no hacía más que reportar cada vez más y más fallos: un tanque de oxígeno del módulo de servicio estaba perforado, se había perdido el suministro normal de electricidad, luz y agua en el módulo de comando y todo amenazaba a la misión, cuyo objetivo de aterrizar en la Luna había cambiado radicalmente en cuestión de horas por el de mantener con vida a la tripulación y traerla de vuelta sana y salva a la Tierra. Lovell fue quien pronunció la famosa frase de « Houston, tenemos un problema » que dio paso a 88 angustiosas horas que se resolvieron felizmente gracias a Campos. No obstante, esa frase se lee mucho más fácil en comparación a cómo discurrieron los hechos. Él, como gerente de Subsistemas de Energía Eléctrica para el módulo lunar, fue quien había escrito, un año antes, un plan de contingencia para lidiar con semejante escenario, si bien nunca se había probado. La idea era desviar la suficiente electricidad de las fuentes de energía del módulo lunar a las baterías de emergencia de los módulos de comando y servicio para proporcionar calefacción a los astronautas, asistirlos en su viaje de regreso y permitirles aterrizar a salvo en la Tierra. Sobre la marcha, actualizó el plan, que finalmente se convirtió en el « más exitoso fracaso » –como calificó el propio Lovell– de la historia del Programa Apolo . Noticias Relacionadas Snoopy, legos, maniquíes… para qué sirven los 54 kilos de cachivaches que carga Artemis Judith de Jorge La NASA pospone el lanzamiento de Artemis, primer paso para ir a la Luna, hasta el sábado ABC ciencia Pero esta historia estuvo cerca de no pasar jamás. El joven Campos, de familia mexicano-estadounidense y nacido en Texas, quería ser mecánico , como su padre. Su profesora de física y química fue quien le animó a seguir estudiando. A pesar de tener que compaginarlo con su trabajo en el negocio familiar del taller, se acabó graduando en ingeniería eléctrica en la Universidad de Texas y, de ahí, pasó a supervisar el mantenimiento de aeronaves en la Base de la Fuerza Aérea Kelly, en el mismo estado. «Cuando surgió la NASA y escuché que iban a trabajar en el espacio, supe que sería un gran desafío –explicó el propio Campos en una entrevista posteriormente–. No sabía cuál sería mi trabajo, pero yo quería formar parte de aquel equipo». Así fue como acabó convirtiéndose en uno de los pocos hispanos que, por aquel entonces, trabajaban para la agencia espacial estadounidense, ganándose la confianza de los responsables para que le encargaran idear los sistemas eléctricos empleados en los módulos lunares del Apolo, incluido el primer alunizaje en 1969. Tras ganar popularidad con su intervención durante la misión Apolo 13 –el propio presidente Nixon le hizo entrega de la Medalla Presidencial de la Libertad en 1970–, participó en diferentes programas de estímulo para que más hispanos estudiaran carreras técnicas y que formaran parte de la NASA. Se retiró de la agencia en el 80, pero continuó trabajando como asesor de diferentes empresas hasta que sufrió un infarto que truncó su vida a los 66 años. MÁS INFORMACIÓN La forma de lavar los platos sin jabón que promete ser más segura y económica El genoma de una medusa inmortal abre la puerta a la lucha contra el envejecimiento En honor a toda esta trayectoria, su nombre fue elegido por votación popular para bautizar a ‘ moonikin ‘, un maniquí que despegará el próximo sábado (si todo va según lo previsto) en la misión no tripulada de Artemis I en el sitio del comandante en la cápsula Orion y que irá vestido con el traje que llevarán los astronautas que sí tripulen la misión Artemis II. Su viaje no será solo representativo: el comandante Moonikin Campos tiene unos sensores que medirán la radiación del viaje, clave para comprender a los peligros que se enfrentarán las próximas tripulaciones lunares. «Después de ayudar al Apolo 13, cincuenta años después parece que cerrará el círculo ayudando de nuevo en Artemis I», declaró con orgullo una de sus hijas. Al menos, su nombre, volverá a la Luna.